Las gentes de la escena evitan decir la palabra «Macbeth» en el teatro, y se refieren a ella como «la obra escocesa». De hecho, existe incluso un ritual en el caso de que alguien la pronuncie para limpiar la maldición: salir del teatro, escupir en el suelo, girar sobre sí mismo tres veces y pedir a gritos poder volver a entrar en la sala. Acerca del origen, tampoco está claro. Hay quien culpa a Shakespeare, por incluir conjuros y maldiciones auténticos en el texto.